viernes, 8 de mayo de 2020

LA MUERTE DE BILLY EL NIÑO Y UN ESTADO QUE PROTEGE A CRIMINALES FRANQUISTAS

Este jueves 7 de mayo tuvimos conocimiento del fallecimiento de Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño.
Antonio González Pacheco formó parte de la temida Brigada Político-Social, la policía política franquista, que actuaba en todo el territorio del Estado reprimiendo dura y brutalmente cualquier atisbo de oposición al régimen dictatorial. 
Fueron miles de personas las que, tras ser detenidas, pasaron por las dependencias siniestras de la Brigada Político-Social y sometidas a salvajes torturas. Y esas torturas, en las que tan activamente participó González Pacheco, no eran casos aislados. Eran una práctica sistemática a la que se sometía a la inmensa mayoría de detenidos. Es importante destacar este aspecto, porque el empleo de torturas de forma sistemática o generalizada contra la población civil es lo que confiere un plus de gravedad al propio delito y por ello puede y debe ser tipificado como crimen internacional, como crimen contra la humanidad.
Fueron miles de personas las que, tras ser detenidas, pasaron por las dependencias siniestras de la Brigada Político-Social y sometidas a salvajes torturas. No eran casos aislados.
Jacinto Lara Bonilla, abogado de la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CeAQUA).

LOS BÁRBAROS

Avisaron antaño de su hartazgo, y la metrópoli se lo tomó como suele: Teruel es chiste. O sea, con una mezcla de cariño, displicencia y piedad, como si se tratara de un Marianico El Corto a quien, aun retirándole el epíteto faltón, se le mantiene el sufijo conmiserativo. Sus manifestaciones en la capital se consideraban una excursión entre exótica y bucólica, más pastoreo trashumante que marcha minera. Sin otra ideología que el cansancio de estar olvidada, tampoco se pudieron achacar a esa región pulsiones étnicas, pasiones historicistas, ansias fronterizas ni chovinismos culturales. Iban con un megáfono y algunos prefirieron ver un botijo.
No, a los turolenses no les engañó el sistema educativo ni la tele autonómica, ni se echaron a la calle tras la sombra de un gurú decimonónico ni de un profeta demagogo. Su bandera principal era su propia presencia, y la ondeaban más andando que gritando. Ciertos periodistas les entrevistaban con escasas ganas y nula curiosidad, pues el peatón quejumbroso carece de interés si no lleva pasamontañas. Aquellos matrimonios de mediana edad y jóvenes discretos no quemaron un solo contenedor, y dada la falta de atención sus herederos han obtenido un diputado. Ya no causa gracia ni provoca ternura. Teruel embiste.
Los que reían claman hoy enfurecidos, incapaces no solo de comprender al prójimo periférico, sino también de preguntarle qué le ocurre, qué le sigue pasando. Así que ya han sacado la calculadora y sugerido la solución jacobina: extirpar. Teruel es quiste. Y Melilla, y Canarias, y Cantabria, y Coruña, y Navarra, esos plastas de provincias a los que ya no les basta con venir a ver El Rey León.
Xabi Larrañaga, en Grupo Noticias (16-11-2019)