sábado, 23 de abril de 2011

CONVIVENCIA LINGÜÍSTICA


La palabra “zartako” fue el vínculo más cercano al euskera que recuerdo de mi infancia: la pronunciaba mi padre, cuando se enfadaba; más tarde supe que era una pervivencia del euskera en el castellano de Tierra Estella. Recuerdo, también, frases de un jesuita enjuto, Aginagalde se llamaba, que ponía sus notas en nuestros cuadernos de religión -de “Cruz de diamante” a “Cruz de barro” -, y el “Haurtxo polita” del coro de voces blancas en una lengua entonces incomprensible para mí, ausente en la cultura política de mi familia, que cultivaba el silencio tras los malos tragos sufridos por los abuelos cuando el alzamiento y los años posteriores de contienda y hambre. Fue en tiempos de universidad, de Arturo Kampion en la calle Comedias, cuando aprendí el euskera que conozco. Hoy, mis hijos llevan 10 cursos escolarizados en el modelo D; visito, por razones de trabajo, los 25 centros escolares que lo imparten en la Comarca de Pamplona; y mi vecino ve la pelota en la ETB. Resulta innegable: las cosas han cambiado mucho y para bien. Pero hay un par de asuntos que me preocupan sobre el euskera en Navarra: uno, la falta de aprecio entre parte de la comunidad no-vascoparlante; otro, la asociación entre pretensiones políticas y extensión de la competencia lingüística. No comparto ni una ni otra. La falta de aprecio expresa una carencia en cuanto al reconocimiento de la diversidad cultural; y la aspiración a conseguir un estado a través de la lengua, perjudica al euskera. Se puede ser euskaltzale sin ser nacionalista; por eso creo urgente superar los debates de naturaleza identitaria que no ayudan a aceptar la diversidad debates con pretensión de “verdad”, cuando lo importante son las “verdades” de cada relato de experiencia-; y deseo vivamente que la didáctica del euskera transcurra por los cauces de la amabilidad y el espíritu comunicativo, el del placer del encuentro a través de la palabra. Por su parte, corresponde a las estrategias públicas de política lingüística y cultural desenvolver el uso del euskera como una lengua en la que se crean narrativa, poesía, audiovisuales... por partede autores locales que buscan desarrollar su talento; y respaldarla como canal de convivencia aquí, en la pequeña parte del planeta que ocupamos en la que todas y todos debiéramos desenvolver una actitud de respeto y desarrollar una cierta competencia respecto a una lengua que fue, es y será nuestra. Luis Arizaleta, en Ze Berri?

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