El Cantábrico recibe los cambios de tiempo por el Oeste o Noroeste la mayoría de las veces. Por eso los donostiarras miran con tanta frecuencia de forma instintiva hacia Igeldo. Y es por ahí, no por el parque de atracciones, sino por el pueblo del mismo nombre y por los montes del confín occidental confluyente con los términos municipales de Usurbil y Orio, por donde se divisa un más que probable tormentón político.
Esta foto que aquí vemos de la asociación vecinal Itxas Aurre, plataforma creada para lograr la desanexión de Igeldo del municipio de Donostia, es de hace cuatro años. Su portavoz de entonces, Juan Carlos Izagirre, es hoy el alcalde de la ciudad. La Diputación, que antes bloqueaba recurrentemente el proceso, hoy lo estimula hasta el punto de promocionar la consulta popular del próximo noviembre que puede habilitar la constitución del municipio número 89 de Gipuzkoa. Y el ayuntamiento ahora se declara neutral y respetuoso. ¿Quién hubiese pronosticado una situación similar? Menos que nadie Bildu, que tuvo la curiosa ocurrencia de colocar como cabeza de lista en la ciudad al principal portavoz de un movimiento que reivindica la segregación de un 17% de sus terrenos.
La oposición no acaba de creérselo y se reabren debates sobre la oportunidad de mociones de censura, tanto en el Ayuntamiento como en la Diputación. Pero la reivindicación de Igeldo, un lugar de indiscutible personalidad histórica como pueblo, parece tan legítima como irrreprochable desde el punto de vista legal. Y los antecedentes de las consultas ya realizadas en 1994 y 1995 anuncian una holgada victoria secesionista en tanto la composición social siga siendo predominantemente rural. Por eso, antes de que nuevos planes urbanísticos que puedan surgir en el futuro acaben convirtiendo a su pueblo en una zona de viviendas y villas para gentes de alto nivel adquisitivo, los igeldotarras tienen prisa, ya llevan muchos años peleando y la oportunidad que se les brinda ahora puede ser irrepetible.
Praxku
La oposición no acaba de creérselo y se reabren debates sobre la oportunidad de mociones de censura, tanto en el Ayuntamiento como en la Diputación. Pero la reivindicación de Igeldo, un lugar de indiscutible personalidad histórica como pueblo, parece tan legítima como irrreprochable desde el punto de vista legal. Y los antecedentes de las consultas ya realizadas en 1994 y 1995 anuncian una holgada victoria secesionista en tanto la composición social siga siendo predominantemente rural. Por eso, antes de que nuevos planes urbanísticos que puedan surgir en el futuro acaben convirtiendo a su pueblo en una zona de viviendas y villas para gentes de alto nivel adquisitivo, los igeldotarras tienen prisa, ya llevan muchos años peleando y la oportunidad que se les brinda ahora puede ser irrepetible.
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