Cuando despertamos de la siesta veraniega, Barcina todavía estaba allí. Lo último que supimos de ella es que ese lavadero de la corrupción política llamado Tribunal Supremo la había librado de responsabilidades penales en el mismo lote que a otras ilustres prendas como Jaume Matas o Pepiño Blanco. (klik egin-ver más)
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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