Nos alecciona el eterno presidente de la Cámara de Comercio, Javier Taberna, sobre sus preocupaciones por la creciente tensión en Navarra que está afectando a la convivencia. Lo que no aclara este visionario, que ya predijo sin éxito alguno la huida de miles de empresas tras la reforma fiscal aprobada por el Gobierno de Barkos, es si ese deterioro de la convivencia se refiere a su entorno político más cercano, el de las derechas de toda la vida. Porque cualquier observador objetivo que se pase por Navarra, o se haya pasado estos últimos meses, difícilmente podrá percibir ese lugar caótico al que parece referirse Taberna. La realidad es tozuda y su tozudez desmiente a Taberna. En Navarra, la única tensión política es la que emana de una estrategia de oposición empeñada en desestabilizar el cambio político echando mano de todo tipo de asuntos para impulsar la agitación política. Y también para intentar que se olviden los despropósitos que protagonizaron antes, cuando no de responsabilizar de los mismos a los partidos del cambio político, como hizo la concejala Ana Elizalde, culpabilizándoles de que la chapuza del Pabellón Reyno Arena siga cerrada y costando decenas de miles de euros cada año a las arcas públicas. Y sin ponerse ni un poco colorada. Queda todavía por arreglar mucho de lo que dejaron roto en Navarra.
Joseba Santamaría, en Diario de Noticias
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