(Canción de Chicho Sánchez Ferlosio)
Hoy se cumplen 55 años del asesinato a manos del franquismo de Julián Grimau, dirigente del PCE. Condenado por un tribunal militar en 1963, tras ser sometido a infames torturas y arrojado por la ventana del primer piso, Grimau fue fusilado por su defensa de la legalidad republicana durante la Guerra Civil.
Aún hoy Grimau sigue siendo considerado un criminal a uno de los mejores luchadores por la democracia, la paz y la justicia social, manteniéndose su condena, mientras que Manuel Fraga, ministro de Gobernación franquista en aquel momento, y otros como él pudieron blanquear cínicamente su pasado fascista.
Y en estos días de disoluciones, de reconocer y de exigencias, convendría recordar que: que esto siga siendo una realidad insoportable y execrable no es culpa de ninguna ETA, sino de quienes han sido/son los de la lucha anti-ETA: los que no se disuelven, los que no reconocen y los que no se exigen porque, además, se lo permitimos con una complicidad vergonzante o como decía Martin Luther King “no me preocupa tanto la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena”. Y a “la gente buena”, con la disolución de ETA, la vamos a ver y oír hasta en la sopa. Para todo lo demás, mucho más y peor, que nadie les espere.
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