lunes, 1 de octubre de 2018

VIDA FRENTE A RIQUEZA MUERTA

“El batua en Navarra es imposición, discriminación y miseria”. Seguramente recuerden aquella pintada que alguien hizo en Caparroso en 2017, al paso de Korrika. Quizá hayan leído también a conocidos articulistas de la derecha navarrísima afirmar que el batua es “un invento”, que “nada tiene del ancestral euskera”, y frases por el estilo. ¿Se han vuelto notables lingüistas? ¿Han decidido recuperar los dialectos más clásicos de la lingua navarrorum por salvaguardar sus esencias? No: simplemente muestran así su rechazo al batua porque esta unificación del euskera literario es, ha sido y será una garantía de mantenimiento y expansión de la lengua vasca. 
Hace ahora 50 años de aquella unificación, iniciada en Arantzazu por Euskaltzaindia: una institución, por cierto, creada en 1918 por acuerdo de las cuatro diputaciones de los cuatro territorios forales (Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa). Se respondía así a una necesidad de un estándar de escritura común, imprescindible para tener una lengua desarrollada, reclamado de forma directa o indirecta ya desde Leizarraga (1571). Tras varios intentos a lo largo del siglo XX, Euskaltzaindia logró en 1968 una primera propuesta de mínimos, que luego se ha ido completando a lo largo de los años.  (klik egin-ver más)

Virginia Alemán, Koldo Martínez, Pello Salaburu, Esther Cremaes, Iñaki Agirre y Jabi Arakama (miembros de Zabaltzen, asociación política integrada en Geroa Bai)
(publicado en Diario de Noticias)

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