Tras el colapso electoral de Ciudadanos, son ya dos los partidos promovidos por insignes intelectuales que han acabado en el basurero de la historia. Primero fue Unión, Progreso y Democracia (UPyD) y ahora le ha tocado a su sucesor, Ciudadanos.
Ambos partidos se presentaron inicialmente como formaciones moderadas en lo ideológico, pretendidamente liberales. Querían acabar con el anquilosamiento y corrupción de los partidos existentes. Ofrecían un menú surtido de reformas institucionales, con un marcado tono regeneracionista. Y, por supuesto, nacían para combatir el nacionalismo vasco y catalán.
Ignacio Sánchez-Cuenca (en La Vanguardia)
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