martes, 17 de diciembre de 2019

RETOÑOS CON CUENTAGOTAS

Navarra envejece. Como envejece el Estado. Aunque algunos no nos lo creamos, somos muy españoles. Por un lado, la edad media se nos dispara. Vamos a vivir hasta pedir a gritos que nos saquen de aquí. Y por otro, los retoños vienen con cuentagotas. De hecho, si no fuera por el aporte de esa emigración de la que ciertas gentes aborrecen, parteras, pediatras y educadores infantiles serían aquí profesiones a extinguir, como la del herrero o el ebanista. Quizás las nuevas generaciones tengan menos predisposición que antes a la paternidad o maternidad. Pero las estadísticas tampoco lo reflejan así de una forma clara o, al menos, masiva. Yo fui padre por primera vez con 28 años. Con esa misma edad, muchos de los y las jóvenes que conozco a mi alrededor siguen sin haberse emancipado. Un trabajo fijo o un sueldo que les permita vivir con independencia y dignidad continúa siendo un horizonte lejano para muchas personas que han cruzado ya la raya de los 30. Como para empezar a traer niños al mundo. Por no hablar de la escasez de incentivos reales para todos aquellos y aquellas que quieren tener descendencia en parcelas como la sanidad, la educación o los servicios sociales. En Europa, todos los pueblos que han apostado por políticas natalistas han invertido mucho dinero público en ello. Me refiero a los países nórdicos, Alemania o Francia. Pero eso es imposible sin una carga fiscal fuerte y una administración que redistribuya. Curiosamente, son los partidos, las organizaciones y hasta las personas a las que más se les llena la boca con la palabra “familia” las primeros en revolverse ante cualquier amago de subida de impuestos. Lo hemos vuelto a ver estos días en Navarra con ocasión del último debate sobre política tributaria y lo volveremos a ver en el futuro.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias

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