El arzobispo de Olinda-Recife, José Cardoso Sobrinho, ha anunciado la excomunión de los médicos y la madre de una niña de nueve años violada por su padrastro, que la semana pasada abortó de dos gemelos frutos de la agresión sexual. Según los médicos, su vida corría riesgo si el embarazo continuaba su curso. La ley brasileña también la amparaba para interrumpir la gestación. Pero ninguna de estas razones ablandó al arzobispo, que vio en la decisión de abortar un acto de perversidad moral incompatible con la confesión católica. El caso ha enfrentado a Lula con la cúpula eclesiástica del país.
La onda expansiva del caso llegó la semana pasada a los pasillos del Vaticano, donde el cardenal Giovanni Battista Re, estrecho colaborador del papa Benedicto XVI y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, declaró al rotativo italiano La Stampa que "el verdadero problema es que los gemelos concebidos eran personas inocentes, que tenían el derecho innegable a la vida. La Iglesia siempre ha defendido el derecho a la vida y debe continuar haciéndolo, sin adaptarse a las modas de cada época o al oportunismo político". De esta manera, la alta curia vaticana cerraba filas en torno al polémico cardenal Cardoso Sobrinho, que pese a todo sigue sin contar con la comprensión de la mayoría de los creyentes brasileños.
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