Vamos a ver si decimos las cosas como son. La AN es un tribunal de excepción, heredero directo del tristemente famoso TOP del franquismo. Esto no tiene discusión posible. Sus instructores en general, y el juez Garzón de modo muy particular, han venido gozando de una amplísima bula, tanto por los políticos como incluso por el estamento judicial, para interpretar las leyes y las normas procesales de forma no menos excepcional por no decir arbitraria, siempre que ello sirviese a la causa nacional de combatir a ETA y en general al independentismo vasco por todos los medios, incluso retorciendo las normas más allá de lo jurídicamente aceptable y tomando como pruebas cosas que sonrojarían a un verdadero jurista y demócrata, frecuentemente obtenidas por métodos jurídicamente inaceptables cuando no mediante tortura. Mientras Garzón se ha limitado a esto todo ha ido bien. Lo malo es cuando ha tratado de extender estos procedimientos excepcionales a asuntos que afectan a los dos partidos que conforman el poder, PP y PSOE, y nada digamos al tratar de utilizarlos para investigar el franquismo. Sencillamente le han parado los pies, recordándole que esos poderes excepcionales que ha disfrutado, disparatadamente por encima de los que corresponderían a un juez de instrucción en una democracia, tenían un solo fin específico: combatir el problema vasco. Simplemente le castigan por salirse del guión marcado. ¿Alguien creyó que la tan supervalorada transición española fue otra cosa que un monumental engaño?
Xabier de Azpilikueta (en Diario de Noticias)
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