Dice el mito griego que el mundo vivía feliz hasta que Epimeteo abrió la caja de su mujer, Pandora, liberando así a todas las desgracias que hoy acechan al ser humano. Probablemente tardaremos algún lustro en saber exactamente qué es lo que ha pasado durante estos últimos años en Caja Navarra para llegar a su situación actual. Cómo es que la empresa pública más importante de la Comunidad Foral, a la que machaconamente se nos ha presentado como modélica en su gestión, tenga que acabar buscando desesperadamente tablas de salvación, cuanto más lejos mejor, a la vez que vende sus bienes y se dispone a deshacerse de parte de su personal. Ya no me acuerdo quién dijo que lo de las prejubilaciones con dinero público se había acabado, pero va a ser que no. La opacidad con la que viene operando esa entidad financiera que Navarra está a punto de perder -pero de la que políticos y actuales directivos van a seguir cobrando- está provocando una espiral de bulos y sospechas que llegan a los medios con cuentagotas. (klik egin-ver más) Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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