Este 10 de agosto de 2011, se cumplen 75 años de aquel otro 10 de agosto de 1936, en el que Blas Infante Pérez fue sacado de su encarcelamiento en el antiguo Teatro Jáuregui para ser asesinado en una cuneta a las afueras de Sevilla, en el km. 4 de la carretera de Carmona. La sentencia condenatoria, redactada cuatro años después de su muerte, subrayaba las motivaciones. Su delito para los fascistas era: “la creación de un partido andalucista” e “impulsar una candidatura revolucionaria”. Le mataron por soberanista y anticapitalista. Por propagar un mensaje de liberación global y radical, poniendo fin a siglos de ocupación, sometimiento, postergación y explotación. No fue una muerte casual o visceral, sino consciente y premeditada. Con su desaparición creían acabar con toda posibilidad de concienciación y levantamiento popular andaluz.
kaosenlared
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