sábado, 19 de noviembre de 2011

DE FOGONES Y HOSPITALES


¿Han pensado en el tema de las cocinas de los hospitales públicos? A mí es una cuestión que me tiene preocupado. ¿Saben ustedes cuál es la única alegría de un enfermo hospitalizado? Miren, se lo digo por experiencia. Cuando tu mundo se reduce al espacio de una cama y tu esperanza se limita a que el dolor te deje dormir, cuando la vida te lo racanea todo, el flan que asoma en la bandeja de la comida o una porrusalda bien hecha producen un efecto verdaderamente consolador. No es solo un momento agradable, es el detalle que te salva el día.
Y en esto no hay derechas ni izquierdas. Todos somos igual de limitados. La comida es esencial cuando no hay nada más para alegrarnos. Tanto en el Hospital de Navarra como en la Residencia Virgen del Camino eso estaba garantizado. Nadie lo puede negar. Los enfermos comían bien. Los cocineros hacían su trabajo con primor y diligencia. La comida era sana, variada, completa; tenía ingredientes de calidad y estaba deliciosa. (klik egin-ver más)
Javier Ayestarán, licenciado en Ciencias Químicas (en Diario de Noticias)

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