Txillardegi, que hasta hace pocos años visitaba librerías de Olite y editoriales de Tafalla, señalaba cómo descubrió “lo equivocados que estábamos. Teníamos que haber comenzado a cimentar desde la Nafarroa Osoa”, se lamentaba al memorar que, muchas veces y en aquella época más, la centralidad del antiguo estado navarro quedó aparcada en pro de un mensaje más disperso que ha dejado lastres, esperemos que superables. Se fue Txillardegi y murió un navarro de Donostia. (klik egin-ver más)Luis Miguel Escudero, en Ordago
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