miércoles, 25 de marzo de 2015

NIVELES GRAVES

El ser humano aguanta mucho, lo sabemos. Luego, un día, ya no puede más. Nunca había visto, ni pensé que fuera a ver, tanta gente agraviada. Tanta gente al borde de la exclusión. Gente que lo pierde o puede perderlo todo prácticamente de un día para otro. Algunos intentan protestar. Muchos ni siquiera pueden. Se quejan en privado: entre amigos, con la familia. Cabecean con tristeza. Maldicen agriamente y poco más. La mayoría se deprime y enferma en silencio. Hay quien se desespera y se suicida. Como el otro día, una mujer relativamente joven, en Ansoáin. Los que lo viven de cerca se quedan sin palabras. Leo: “El 92% de los desahuciados sufre niveles graves de depresión y ansiedad”. Niveles graves. Algunos protestan en las calles. Son una minoría. El Gobierno prefiere a la mayoría que aguanta los agravios sin rebelarse. O que sufre sin fuerzas: por la edad, por la angustia. Porque al parecer, desde determinado punto de vista pragmático e inflexible, la tragedia personal no cuenta. Se supone que es irrelevante. Es la lógica de los tiempos. Sin embargo, ¿no es hora de cambiar ya de una vez esa maldita lógica de los tiempos? Los nuevos candidatos tienen que hablar de esto. Últimamente, desde el gobierno se está intentando a toda costa transmitir cierto dudoso optimismo a base de enarbolar determinados datos macroeconómicos con un entusiasmo forzado, y mientras tanto, Intermón Oxfam advierte que, de continuar aplicando medidas de austeridad, España seguiría aumentando implacablemente el número de excluidos durante los próximos diez años o más. La sospecha de que una cosa guarda una relación directa con la otra resulta insoportable. Como si, en definitiva, el sistema necesitara alimentarse de víctimas para funcionar adecuadamente. Pero eso no puede salir bien. Toda injusticia y todo agravio deja en quien lo sufre un veneno tan penetrante que alcanza el ADN y se transmite genéticamente. Eso es lo que creo.
F.L.Chivite, en Diario de Noticias

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