Fui a coger el autobús, pero resultó que los conductores estaban en huelga. Así que esperé en la calle a ver si pasaba un taxi, pero los taxistas también estaban en huelga. Opté por el tren, pero el personal de tierra en Atocha estaba en huelga. Pues nada, me di un paseíto hasta una Fnac, quería comprar un DVD de alguna serie antigua con la que quitarme el mono mientras los dobladores sigan en huelga. Pero a la entrada de la tienda una pegatina me recordó que los trabajadores de Fnac están en lucha. No era mi día, no. En el kiosco no tenían ni Tiempo ni Interviú, ¿adivinan por qué? Huelga de periodistas. De vuelta a casa me encontré una concentración de trabajadores de escuelas municipales de música (en huelga, por supuesto), un grupo de “kellys” a la puerta de un hotel (donde hacían huelga, claro). Intenté comprar algo de pescado, pero no me van a creer: la plantilla de Pescanova en huelga (¡por primera vez en medio siglo!). Me gustaría tener un teléfono donde quejarme de tanto estropicio, pero ni lo intento: seguro que continúa la huelga en atención telefónica y telemarketing. (klik egin-ver más)
Isaac Rosa, en eldiario.es
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