La patochada que han protagonizado UPN, PSN, PP, y en este caso también I-E, alrededor del viaje del lehendakari Urkullu a Quebec es una prueba más de que las más altas cotas del ridículo en el ejercicio de la política navarra se superan semana a semana esta Legislatura. Urkullu viajó a Quebec, mantuvo encuentros políticos, económicos y empresariales y se volvió a la CAV. Tras su vuelta, el primer ministro de Quebec, Philippe Couillard, publicó un tuit en el que aparecía el mapa de Euskal Herria. De esa anécdota, UPN se organizó una declaración institucional que exigía -en la política y el sindicalismo navarros el único verbo de uso habitual es este de exigir-, a la presidenta Barkos que pidiera explicaciones a Urkullu por incluir a Navarra en sus encuentros en Quebec. Y el PP reaccionó con el habitual y yo más registrando una pregunta a Barkos ante el Pleno del Parlamento sobre tan trascendental tuit para el devenir de la sociedad navarra. El PSN e I-E se sumaron incomprensiblemente a ese juego absurdo. Las explicaciones de Urkullu, quien aclaró que no hubo mención alguna a Navarra ni en los acuerdos ni en los encuentros ni en las conferencias de prensa celebradas, dejaron en evidencia que todo fue una inmensa metedura de pata más, fruto de ese sistema político en el que todo vale para meter ruido contra el Gobierno del cambio político y social. El PP acabó retirando su pregunta. Y demostraron que ninguno de los partidos impulsores de esa exigencias, y menos aún los que se sumaron sumisamente a ese burdo ejercicio de la política, tenían idea alguna de qué había hecho Urkullu en Quebec. Supongo que el PSN está acostumbrado por la fuerza de la historia a las consecuencias ridículas de hacer seguimiento a las ocurrencias de UPN y PP, pero resulta difícil de entender la presencia de I-E. A poco más de un año de las elecciones de 2019, es legítimo que I-E, u otros partidos que sostienen al Gobierno, comiencen a buscar espacios de protagonismo propio. Al menos siempre que la discrepancia no se convierta en deslealtades oportunistas. Y no parece que a I-E recorrer esa vía junto a UPN y PP y de la mano del PSN a estas alturas de la historia reciente de la política de Navarra le pueda revertir nada positivo. Le basta con mirarse en el espejo del PSN y recordar sus propios análisis políticos al respecto. Lo de Quebec, como lo de Campión o la lista única, son ejemplos de que apostar por la táctica partidista a costa de la estrategia colectiva que sostiene desde 2015 el cambio político y social que apoyó la sociedad puede derivar en posiciones complejas de justificar. Mucho que perder, poco que ganar.
Joseba Santamaría, en Diario de Noticias
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