domingo, 2 de septiembre de 2018

EL VERDADERO PROBLEMA

Llevaba el verano sin sobresaltos, haciendo la fotosíntesis lo más posible allá donde me encontrara, tratando de olvidarme al máximo de mí mismo, de mis manías y de mi cara y ya de paso del 99% del mundo exterior, cuando aquellas palabras me retornaron a la realidad del universo que nos ha tocado vivir: “el verdadero problema es la necesidad de la juventud de autogestionarse”. Eran palabras tan sabias como podrían serlo “son todos una cuadrilla de pijos malcriaos cosidos de Ternua, North Face y Salomon”. Cuestión de enfoques y de puntos de partida. Lo que me fascinó -hace ya unos días- es que las pronunciaba el alcalde de la ciudad en la que se estaban produciendo en esas horas los hechos más localmente salseros de estos meses estivales: el desalojo pero solo la puntica de Rozalejo. Reconozco que lleva tres años de alcalde y que hasta ahora la mayoría de las cosas me habían gustado más que gustado menos en el caso de este alcalde, pero ese día me enamoré locamente y me dije: he aquí un tío con dos cojones que ni los motores del Titanic. Tienes a toda la ciudad pagando los impuestos municipales, las tasas, las contribuciones urbanas, cumpliendo la puta legislación te guste menos o nada y el tipo se pasa la alegalidad por el forro y como no son ni de la Iglesia Evangélica del Séptimo Día o Kikos o lo que sea que no provenga de un caladero muy concreto que si les buscas las cosquillas tus votantes te miran feo haces la vista gorda y sueltas algo así, algo que puedo decirlo yo, usted o incluso anarquistas -pero por laba y cada 30 de mes con nómina pública- como varios concejales y parlamentarias-os, pero jamás el alcalde de la ciudad en la que hay ocupado un edificio que si pasa algo ahí dentro el puerro que puede caer a la institución superior o al propio ayuntamiento es obvio y merecido. Es esta una ciudad apasionantemente previsible que se engulle a sí misma.
Jorge Nagore, en Diario de Noticias

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