sábado, 7 de diciembre de 2019

EDOZEIN HERRIKO JAIXETAN

Me representan. Los parlamentarios vascos cantando el "Lau teilatu" de Itoiz me representan de verdad y hasta me emocionan. También es verdad que a uno le toca la fibra casi cualquier canción entonada por un grupo humano. Si ya se agarran de los hombros, tengo ya garantizado el nudo en la garganta. 
El canto colectivo del "Lau teilatu" en apoyo al EITB Maratoia que han hecho en el Parlamento Vasco me encanta como símbolo de que somos capaces de unirnos en algo. Y me representan las formas, claro. Una iniciativa similar en el Parlamento andaluz, pongamos por caso, hubiese sido una juerga y en el Congreso de los Estados Unidos, un gran show. Pero ahí están nuestros representantes, cantando en voz baja, moviendo la pierna algo envaradamente, el contoneo contenido, abrazándose con cierta torpeza, conteniendo una sutil emoción pero sin dejar de simbolizar nuestra típica timidez vasca. Somos así. 
"Lau teilatu" acaba de ser usada también como cierto cierre colectivo emotivo en la gala del 20º aniversario del Kursaal. Es un misterio por qué la balada que compuso Juan Carlos Pérez está quedando como uno de nuestros himnos, en singular competencia con "Txoria, txori" y "Baga, biga, higa" de Laboa. Una sencilla y ambigua canción de jóvenes enamorados contemplando el cielo contemplando el cielo nocturno algo flipados, "putzada bat egin putz", nos une. Como la historia del pájaro al que no cortamos las alas o la retahila de sortilegios brujos. Así somos y eso nos basta para ser felices en cualquier fiesta de pueblo. 
Mikel González Gurpegui, en El Diario Vasco

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