A Gerardo Iglesias en el Partido Comunista los veteranos en Asturies lo llamaban 'el Guaje', palabra que en castellano significa niño, muchacho, chaval, y en el argot de la mina aprendiz o ayudante. La anécdota es reveladora de una vida ligada casi desde la cuna al movimiento obrero y el compromiso político. Iglesias suele decir que nunca hubo un momento en el que decidiera unirse al PCE, porque de algún modo él ya nació en el PCE, partido en el que militaban desde antes de la Guerra su padre, su madre y sus abuelos maternos. Fue su secretario general entre 1982 y 1988, impulsó en 1986 la creación de Izquierda Unida y a finales de 1989, para sorpresa de propios y extraños, dejó todos sus cargos para volver a su puesto de picador en la mina, donde sufrió un accidente que le destrozó la espalda dejándole secuelas y terribles dolores que arrastra hasta el día de hoy.
A sus casi 76 años Gerardo Iglesias es un jubilado que vive en un piso de un barrio popular de Oviedo/Uviéu y al que la enfermedad le impide cada vez más llevar una vida normal. Por eso prefiere no hablar con El Salto sobre la decisión del Tribunal Constitucional de dar carpetazo a su denuncia y no investigar las torturas que sufrió en 1974 por la policía franquista. Dice que su delicado estado de salud no le permite hacer esfuerzos y que está a la espera de leer los votos particulares de los magistrados discordantes, Juan Antonio Xiol, Encarnación Roca y María Luisa Balaguer, contrarios a la resolución del pleno del alto tribunal. (klik egin-ver más)
El Salto Diario
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