Cada uno de los veintidós entes congozantes de Bardenas se embolsará este año 190.000 euros, 82.000 más que el pasado ejercicio. Este monto supone pues un incremento del 76%, espectacular subida cuya comunicación coincide con la inminente reelección de José Antonio Gayarre como presidente de la Comunidad bardenera. La distribución de estos fondos acredita de forma fehaciente -y lasciva- cómo los beneficios económicos derivados de la existencia del polígono de tiro repercuten en una minoría mientras que las servidumbres de esa instalación militar, que Defensa emplea para unas nada inocuas maniobras del Ejército del Aire, atañen a todos los navarros, basta con imaginar las consecuencias de un accidente de estos aviones de guerra que sobrevuelan nuestras cabezas. Pero este reparto adquiere todavía un mayor grado de obscenidad cuando se comprueba cómo se utiliza también el canon de manera clientelista, como un burdo ardid para comprar voluntades, para mantener a buen recaudo las fidelidades que garantizan el secular statu quo interno. Habrá que colegir que la eficacia de esta estrategia, desconsiderada para con el interés general pero ciertamente provechosa para los entes congozantes, está fuera de toda duda, puesto que, a sus 68 años, Gayarre está a punto de renovar una presidencia que ostenta desde 1985 y desde la que ha cerrado acuerdos tanto con administraciones del PP como del PSOE. En consecuencia, ambos partidos son corresponsables de que Navarra en su conjunto venga padeciendo el polígono de tiro desde 1951 y, tras la reciente renovación, al menos hasta finales de 2029. Obviamente, también lo son de la pervivencia de un clamoroso anacronismo como la Comunidad de Bardenas, un organismo con tintes feudales en cuyo seno anidan actitudes que bien podrían tildarse de abiertamente caciquiles. Por descontado, UPN y PSN operan como cooperadores necesarios de este despropósito, ya que reiteran sus posicionamientos contrarios, con el argumento de que Navarra ya ha cumplido con el sacrosanto interés de la Defensa Nacional, aunque, cuando toca renegociar el canon, optan por la genuflexión, sin estudiar siquiera ninguna medida de fuerza. Que les aproveche a los congozantes bardeneros tan pantagruélico banquete. Pero, que quede muy claro, la cuenta, también en forma de riesgo, la pagamos entre todos
Editorial del Diario de Noticias
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