Escuché la noticia ayer en la radio mientras limpiaba los primeros espárragos de la temporada. Los dieciséis miembros del Consejo de Administración de Caja Navarra se repartieron el año pasado casi 217.000 euros en dietas por asistir a las diez reuniones que hubo en todo el año. A 1.350 euros cada uno por cada reunión. Entre ellos están el presidente Miguel Sanz, el consejero Miranda, el parlamentario Juan Cruz Alli, el secretario general del PSN Roberto Jiménez, por citar sólo a algunos. Casi me clavo cuchillo al oír que también hay otros que cobran dietas de la CAN por ser de la Comisión de Control: estos son sólo diez y cobran más, 1.850 por sesión, y sólo han tenido nueve reuniones al año. Yolanda Barcina, Carlos García Adanero, José Antonio Sarria, Luis Casado y otros seis más son los afortunados. Además, varios de ellos simultanean la militancia en el consejo de administración y en la comisión de control con otras tres comisiones, la de inversiones, la de retribuciones y la de auditoria. El detalle de que esas dietas han aumentado en un 24% este año -a 513.558 euros- me pilló ya poniendo el agua a calentar. Cuando comenzó a hervir, terminaba yo de hacer cuentas y la temperatura de mi sangre se acercaba a la de la olla: ochenta y cinco millones de pelas entre 26 personas, unos tres millones largos para cada uno, a cuenta de la Banca Cívica. En estos tiempos de congelación de gasto parece que lo de apretarse el cinturón siempre es para los mismos.
Poniéndoles a los espárragos un poquito de azúcar en el hervor, como hacia mi madre, me vino a la cabeza la cara de Mikel, nuestro fontanero, que mantiene la tarifa de 40 euros la hora, mientras aguanta nuestro chorreo de quejas y discursos antes de cobrar la factura. También me acordé de Daisy, que gana ocho euros la hora en negro por dejarle la casa como un sol a mi vecina. Y de los mil doscientos euros de salario mensual que se lleva a casa mi frutero, un comerciante autónomo en un mes medio bueno. Eso sí que son dietas milagro.Pili Yoldi (Diario de Noticias)
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