domingo, 16 de mayo de 2010

TARTA

Aralar, el pastelero propietario de NaBai -marca registrada-, y su socio confitero preferente, Eusko Alkartasuna, han salido del obrador con la tarta elaborada y repartida. La coalición electoral pasa de la fórmula cooperativa a estructura de sociedad anónima. Aralar (casi 44% de las acciones) y EA (por encima del 31%) han decidido los ingredientes políticos, programáticos y organizativos de NaBai. Ahora sacan la tarta al mostrador por si Batzarre y PNV aceptan los trozos que les han apartado. Los independientes quedan como guinda opcional al gusto de los creadores de la tarta. Desaparecen del nuevo órgano ejecutivo, y su incorporación a las listas electorales y a los diferentes órganos de la coalición dependerá de los partidos hegemónicos. También dependerán de éstos las decisiones políticas importantes, acogidas a votación por mayoría cualificada. NaBai pierde la frescura de una oferta generosa y abierta, cautivadora de un segmento social amplio e ilusionado constituido por afiliados flexibles, soberanistas pragmáticos, nacionalistas conformes con el autonomismo, vasquistas, socialistas a la izquierda del PSN, independientes comprometidos, ciudadanos por un voto útil para el cambio y abstencionistas recuperados para las urnas. El acierto y el éxito de la presencia de NaBai en el Congreso de los Diputados obligaron a repetir la candidatura en las elecciones forales y municipales, en contra de la actitud inicial de los partidos promotores. Volvió a ser un acierto y un éxito, sobre todo en el Parlamento de Navarra, en el Ayuntamiento de Pamplona y en algunos municipios de la Comarca pamplonesa. El fiasco del quiebro socialista -un PSN tibio y sumiso que aplicó la obediencia debida a las órdenes federales-, neutralizó la repercusión del apoyo popular al cambio de gobierno. Que NaBai no haya sabido gestionar aquel éxito es imputable a su falta de cordura. Sus responsables le han hecho más daño que sus detractores, a los que han regalado veleidades, contradicciones, discrepancias de criterio, riñas personalistas, egoísmos de sigla, y hasta el reconocimiento de lo coyuntural del proyecto. En esta refundación, los litigantes han optado por prolongar la fórmula, pero han conferido a su armisticio un sesgo patrimonial: Aralar y EA imponen su control y se controlan. La representación proporcional y el voto ponderado ponen en valor el peso de la implantación social de los partidos. Pero hay un error de cálculo: las bases de los partidos coaligados no se corresponden exactamente con la base electoral de NaBai. Justamente la ampliación de esa base sociológica ha sido la gran plusvalía de la coalición. Queda por ver si PNV y Batzarre cogen las raciones que les han asignado. Aunque no son los comensales más esperados. Carlos Pérez-Conde (Diario de Noticias)

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