El conflicto de la 'Ley Sinde' fue desde el primer momento un debate político sobre los límites de nuestros derechos y libertades fundamentales, no una simple cuestión jurídica en torno a la propiedad intelectual. Los intermediarios de la industria del entretenimiento, expertos en imagen y comunicación, intentaron degradarlo a banal disputa entre mezquinos piratas y honestos autores, y durante un tiempo les salió bien. Pero ese tiempo ha pasado ya para siempre. (klik egin-ver más)
Carlos Sánchez Almeida (elmundo.es)
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