Pues ya está: el ministro Wert ya tiene su ley de educación. O casi, a falta de trámites más o menos burocráticos que se cumplirán de forma inflexible, por lo que parece. Otros se conforman con unos zapatos nuevos, con un viaje a la playa o con un bollo suizo. Un ministro, sobre todo si es tan incapaz, tiene que aspirar a algo más: ¿qué mejor que echarse una ley al cogote? (klik egin-ver más)
Pello Salaburu, en Grupo Correo
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