martes, 21 de octubre de 2014

GRAMSCI EN SANGÜESA

Éxito rotundo. A veces es un tópico con el que adornar un titular, pero el domingo fue verdad. El de Sangüesa ha sido uno de los Oinez más numerosos. Uno de los Oinez con mejor ambiente y trato más exquisito. Uno de los Oinez con mayor caja. Uno de los Oinez más navarros. La fiesta de las ikastolas superó sus mejores expectativas en un día protagonizado por el calor. No son frecuentes estas marcas de termómetro cuando octubre va ya a encontrarse con noviembre. Pero no toda la temperatura fue responsabilidad de un sol vestido con sus mejores galas. Algo flotaba en el ambiente que invitaba al optimismo. Había buen rollo. También entre gente de pensamientos y biografías diferentes. Se notó, mucho, en la recepción oficial. Una sintonía más allá de la pura cortesía entre invitados situados a kilómetros del espectro ideológico. Y aún más se palpó en ese recorrido donde la gente buscaba la sombra y los heladeros hacían un otoñal agosto y en esas áreas donde para las cinco de la tarde ya no quedaba ni agua ni bocadillos. Había pataleta, ayer, en algún titular de periódico pretendidamente objetivo, en alguna web de rabia a penas contenida. Se diría que en ciertos ambientes ha sentado como un tiro el éxito del Nafarroa Oinez de este año. Quizás tengan razones para ello. La semana pasada un artículo aparecido en un periódico catalán recordaba algo que decía Antonio Gramsci. Eso de que, en una sociedad, si se dan tres mayorías -mayoría social, mayoría política y mayoría cultural-, un cambio en profundidad es posible. Cuando el domingo, cansado ya, volvía yo hacia el coche, me pareció divisar por Cantolagua el pelazo y los anteojos del pensador sardo debajo del esan izan gozan de una polvorienta visera roja. Él también parecía contento. Optimista. Esperanzado.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias

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