La historia se repite. Un grupo de jóvenes volvió ayer a entrar ayer en el Palacio del Marqués de Rozalejo, pese a que sus accesos habían sido sellados, tras una manifestación que recorrió las calles de Pamplona en protesta por el desalojo del colectivo de okupas que desde hace dos años lo gestionaba como gaztetxe Maravillas. Dos encapuchados descolgaron desde el interior del edificio una pancarta con el lema Gaztetxerik gabe bakerik ez. Maravillas herriarentzat (Sin gaztetxe no hay paz. Maravillas para el pueblo) ante los aplausos de las cientos de personas que esperaban abajo, tras ser avisadas de que el edificio había vuelto a ser okupado, al término de una manifestación. La marcha, en la que tanto los organizadores como la Policía Nacional coincidieron en calcular que han participado entre 4.000 y 5.000 personas, escenificó en realidad un pulso inútil con miras cortas que atañe además grandes riesgos para el cambio de fondo por el que está transitando Navarra durante esta legislatura. Es sabido que Rozalejo tiene un destino de uso público para albergar el Instituto de la Memoria y la okupación de este inmueble, a no ser que busque una mera confrontación, tiene el tiempo contado por su propia inercia. El Gobierno ha antepuesto la seguridad y ha evitado hasta ahora en lo posible la actuación policial en defensa de los intereses del barrio, de la mayoría de vecinos, comerciantes y hosteleros que están sufriendo los efectos colaterales de esta dinámica de otros tiempos. La perspectiva histórica evidencia que el tiempo de ese gaztetxe, como de otros antes, está próxima a su fin. Realmente ni es un proyecto de barrio ni de sociedad y ha derivado en una excusa de pulso político directo contra la presidenta Barkos que también ha afectado al propio alcalde Asiron, que muestra su preocupación por la situación creada en la entrevista que hoy publicamos. Sin olvidar que no se deberían repetir maniobras que impliquen a muchos jóvenes y menores con consecuencias penales inevitables, de nuevo hay que recordar que el cambio es un modelo de sociedad que salvaguarda los intereses generales y está muy por encima de algaradas dirigidas por intereses políticos minoritarios y residuales. Modulando los medios, el fin del Gobierno es la recuperación de un bien común para toda la ciudadanía de Iruña y toda la sociedad navarra.
Editorial del Diario de Noticias
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