Hoy iré a la manifestación. Como muchos hombres feministas, claro que sí. Pero a menudo me pregunto si no seré un machista feliz encantado de ser feminista. Y no, no me confundan con ese machista rotundo que otro día que se llevó por delante a la madre de sus hijos. Lo que me estoy preguntando es si mi machismo aceptado socialmente entre los aliados feministas no será también arte y parte del orden patriarcal que no acaba de ceder.
Hoy se celebra ese Día Internacional que nos interpela a los hombres. A ver, soy blanco, heterosexual, soy cis, como Asirón, y creo en la igualdad. Incluso escribo y milito. Todo de manual. Y sin embargo, en lo más profundo mí, creo que hay algo como varón patriarcalizado que no ha saqueado aún sus machismos más íntimos, esos que en la cotidianidad más normalizada se pasan por alto. Esos que estabilizan y sostienen la normalización de la violencia contra las mujeres. Porque esa violencia, creemos, es cosa de otros, de los maltratadores con pedigrí, de esos asesinos y machistas del Telediario. Entonces es cuando me miro y miro a mi alrededor, a mis amigos hombres, a mis conocidos, tan normales, tan buenos hombres de izquierdas, militantes y feministas. Y siento que esa violencia no les interpela, no nos interpela porque para nosotros el mundo no es una amenaza sexual. Porque nosotros somos el centro y ellas la periferia. Porque aún no nos hemos peleado contra toda la basura flotante que hay en nuestro cerebro masculinizado y heteronormativizado. Contra ese machismo subyacente que nos atraviesa en las cenas con la cuadrilla, durante los fines de semana o en ese comentario machista de tu jefe sobre tu compañera humillada y ante el que callas como un bastardo por no liarla. Quiero decir que en lo más intimo no nos sentimos parte de esa Jauría que el otro día se representó en el Gayarre dramatizando la violación de la Manada. Y eso es lo grave. Este día nos interpela para asumir la cota de responsabilidad que nuestra masculinidad tóxica tiene ante la desigualdad y la violencia contra las mujeres. Esa tan normal.
Paco Roda, en su página de Facebook
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