lunes, 24 de enero de 2022

JUEGOS DE GUERRA

        


      “Pero, ¿qué se nos ha perdido en el Mar Negro?”, se preguntará buena parte de la desconcertada opinión pública española. “Nuestra posición en el Magreb”, habría que responder en honor a la verdad. No se equivoca Enric Juliana al señalar que esa es la clave de la sobreactuación atlantista de Pedro Sánchez ante la crisis ucraniana: el deseo, por parte del gobierno de España, de contar con el respaldo de Estados Unidos a la hora de gestionar los siempre difíciles equilibrios con Marruecos y Argelia, con el irresuelto destino del Sáhara y el suministro de gas como telón de fondo. Y, por supuesto, las ganas de aparecer como un actor relevante y dinámico de la Unión Europea. La cumbre de la OTAN, programada para el próximo mes de junio en Madrid, debería dar un espaldarazo a esas pretensiones de proyección exterior – pretensiones estrechamente vinculadas, no lo perdamos de vista, a importantes cuestiones “domésticas”, desde el control de los flujos migratorios en la frontera sur hasta la incidencia de los costes energéticos sobre una dinámica inflacionista que está distorsionando todas las previsiones macroeconómicas.  (klik egin-ver más)

Lluis Rabell

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