También 1976 fue un año crítico. Los herederos del régimen resolvían sus pleitos a navajazos. La derechona -lo mismo que ahora- no consentía modificar ni un ápice del entramado dictatorial. Los más sagaces de entre ellos proponían algunos cambios para seguir gobernando a patadas y ganando a zakutadas.
Aquel empresariado franquista encargó a Suárez (todavía los sociatas iban de rojos) la operación cosmética necesaria para maquillar el rostro de España. Gran parte de aquella sociedad, con el cerebro atrofiado por falta de uso y anestesiada por los informativos a los que llamaban partes, tragó el anzuelo. Hubo sectores -entre ellos la clase obrera organizada- que descubrieron la estafa. Euskal Herria fue durante aquellos años un hervidero de luchas sociales: la huelga de Bandas en los 60, la huelga general de Navarra en 1973, el encierro de los mineros de Potasas en 1974... Incontables conflictos sectoriales y locales hacían de nuestra tierra un bastión contra el capitalismo culebrero y la servidumbre del sindicalismo vertical. Aquel clima de elevada conciencia obrera y de movilización permanente sedimentó en enero de 1976. Con el año a una, cuajó en Gasteiz una masiva lucha proletaria que no se quebró a pesar de la represión que soportaba; durísima experiencia de confrontación de clase en la que las mujeres tuvieron un papel muy destacado. (klik egin-ver más) Jesús Valencia, educador social (en GARA)
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