martes, 30 de noviembre de 2010

DESDE LA INDIFERENCIA, UN BRINDIS POR EL DISGUSTO DE ALGUNOS


Soy uno de tantos de los que esta noche se han dejado vencer por el morbo del inevitable clásico del futbol mundial. Con cierta sensación de vergüenza, porque lo más coherente sería no reír la gracia a dos caprichosos que se hacen al precio que sea preciso con los frutos del trabajo de base de cualquier equipo humilde, aunque sea como juguete de escaparate. ¿Qué se me había perdido a mí en en esta estúpida cumbre de la escenificación de la liga que juegan veinte, pero en realidad es de dos? Pero a casi todos los abonados de por vida al futbol-comunidad en torno a un equipo desde que nacemos hasta que morimos, también nos gusta de vez en cuando disfrutar del futbol-espectáculo. Por eso era ineludible la cita de hoy. Y ahí he estado, como tantos otros y otras, en un bar atiborrado de gente en esta noche de lunes de frío polar. Y aunque sea por televisión y aunque lo haya visto o lo vaya a ver todo el mundo en sus cinco continentes, todos tenemos esa secreta satisfacción de haber sido testigos presenciales de un repaso futbolístico histórico, mayor incluso en el juego que en el tanteador, del escaqueo de un Mourinho disfrazado de espectador, del mal perder de algunos jugadores que han hecho más humillante para ellos la derrota.
Dormiré esta noche con la misma tranquilidad o con la misma zozobra tras el 5-0 que si hubiese sido un 0-5. Porque el resultado me daba igual. Pero cuando pienso en el disgusto de algunos a los que no le daba igual, de tantos uniformadores que conciben España como patria común y obligatoria –ustedes pondrán algunos nombres y apellidos- no me da tan igual. Por el disgusto de ellos alzo mi lata de cerveza con ustedes en esta fría noche fronteriza entre San Saturnino y San Andrés. No es nuestra victoria, pero es su pequeña derrota. Un sucedáneo, ciertamente. Pero la vida también se llena con satisfacciones fugaces e intrascendentes como la de hoy.
Praxku

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