Al margen de la inexplicable cooperación que Carlos Urquijo logra de algunos jueces, sería interesante conocer con detalle al ejército de sus alcahuetes, ya sean funcionarios de la Oficina Siniestra, o espontáneos con ansias de medrar, o por qué no, informadores profesionales con acceso al detalle de lo que se programa en cada pueblo, o se cuelga en cada balcón, o cada protagonista con antecedentes de cualquier pequeño evento. Una vez detectada la presunta transgresión, ahí está él, aprendiz de Torquemada, blandiendo la porra, dispuesto a aguar la fiesta y ganar puntos en Génova por si algún día cae algo. (klik egin-ver más)
Pablo Muñoz, en Grupo Noticias
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