El próximo domingo se cumplirán dos años desde el anuncio de ETA de alto el fuego definitivo. El comunicado llegó tarde. Casi mil muertos tarde. Pero llegó, y toda la sociedad que se sentía perdedora por la mera existencia de violencia, se supo ese día ganadora. No fue una guerra, pero se le pareció bastante. Si nos ciñéramos al pulso entre ETA y sus seguidores por un lado, y el Estado y sus servidores, por otro, ningún observador imparcial albergaría la menor duda sobre quién resultó el vencedor de la soka-tira. ETA tuvo que bajarse del carro sin haber conseguido ninguno de sus objetivos. Sin embargo, al Estado, el hecho de que su victoria no haya sido al 100%, parece que le produce una tal sensación de perplejidad, que no acaba de interiorizar que la pelea ya se ha acabado. (klik egin-ver más)
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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