Sorprendidas y desbordadas por los disturbios en el barrio moscovita de Biriuliovo Occidental, las autoridades rusas buscan culpables para explicar el estallido popular de intolerancia hacia los inmigrantes tras la muerte de un ruso, que supuestamente fue víctima de un oriundo del norte del Cáucaso. Detenciones masivas, reforzamiento de las medidas de seguridad y previsible endurecimiento de la política de inmigración forman, por ahora, la respuesta de las autoridades, que parecen más a proceder contra los representantes de las minorías étnicas que a emplearse a fondo con los nacionalistas rusos, instigadores de los desórdenes. (klik egin-ver más)
Pilar Bonet, en El País
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