«En la India nada para ver, todo que interpretar», sostiene Henry Michaux en el libro Un bárbaro en Asia (Michaux, 1987: 19), escrito tras un viaje realizado en los años treinta por diversos países de ese continente. Más tarde, en la década de los sesenta, Octavio Paz fue embajador de México en la India, y el conocimiento adquirido durante su larga estancia como diplomático alimentó parte de su producción literaria y ensayística. «La India no entró en mí por la cabeza sino por los ojos, los oídos y los otros sentidos», declara en Vislumbres de la India (Paz, 1995: 146). Tanto la boutade de Henry Michaux como lo confesado por Octavio Paz dan testimonio elocuente de la perplejidad que ese gran país de civilización milenaria causa en el forastero. (klik egin-ver más)
Miguel Rodríguez Muñoz, en Página Abierta
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