Ya se sabe que en Italia las crisis políticas no son una excepción. Hace un año y medio, desde la playa del Papeete, pinchando música y tomando mojitos, Matteo Salvini abrió la que se tachó de la crisis más “loca” de la historia republicana. Después de solo 14 meses de gobierno junto al Movimiento 5 Estrellas (M5E), el líder liguista abogó por los “plenos poderes” y puso fin al primer ejecutivo nacional-populista de Europa occidental: tenía claro que se convocarían nuevas elecciones en las que podría capitalizar el consenso creciente –la Liga obtuvo el 34% de los votos en las europeas de 2019– y gobernar con una mayoría absoluta, junto a Giorgia Meloni y Silvio Berlusconi. Sin embargo, al líder ultraderechista el tiro le salió por la culata y acabó en la oposición, tras la formación de la inesperada alianza entre los grillini y el Partido Democrático (PD), enemigos jurados hasta la semana anterior. Según todas las reconstrucciones, el deus ex machina de ese giro inesperado fue Matteo Renzi. (klik egin-ver más)
Steven Forti, en CTXT
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