El cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano ha descartado la relación entre pederastia del clero y celibato, afirmando que estos abusos se relacionan más bien con la homosexualidad.
El Vaticano intenta de esta manera transferir el escándalo de los abusos sexuales y los encubrimientos en que está seriamente implicado a los colectivos que ellos aborrecen, de forma que finalmente serán los homosexuales, las abortistas, los separados, los casados por lo civil o los que practican el sexo fuera del matrimonio los responsables.
La pederastia es una grave patología y su práctica un delito a perseguir, de ninguna manera se trata de una tendencia sexual. Porque a la inmensa mayoría de los homosexuales, como a la de los heterosexuales, no les resulta atractivo ni se les pasa por la imaginación forzar a niños.
Es más que evidente que la jerarquía de la Iglesia Católica se ha limitado desde siempre a cambiar de destino a los pederastas, nunca a ponerles ante el juez, trasladando así el problema de lugar y propiciando la posibilidad de reproducción tanto de delitos como de víctimas. Estas lamentables declaraciones del portavoz vaticano son un intento angustioso de enrocarse como institución ante las responsabilidades en las que está envuelta para tratar que al menos sus máximos dirigentes queden exculpados. Y ya puestos, un intento de desviar el sentimiento de náusea instalado en la opinión pública mundial hacia los colectivos "desviados" de sus cánones sexuales. Muy poco sutil y demasiado repugnante.
Praxku
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