sábado, 12 de noviembre de 2011

LA OVEJA QUE QUERÍA SER DIFERENTE


Sí, el mundo ha cambiado en muchos aspectos visibles, como podemos comprobar comparando fotos de distintas fechas. Pero también lo ha hecho en asuntos tan trascendentales o más, aunque menos tangibles. Han cambiado nuestras relaciones con las cosas, personas e instituciones.

En mi infancia, hace más de 50 años, las cosas en propiedad eran pocas, las opciones de consumo limitadas en cantidad y, sobre todo en gama. El aceite, el vino, el pan, o la leche eran una sola opción que bastaba citar por su nombre genérico al pedirla en el mostrador de aquella pequeña tienda que ofrecía “todo”, cuando “todo” no era gran cosa. Hoy, el consumidor contempla perplejo docenas de opciones para cada uno de esos productos básicos y, como se ha demostrado, padece estrés ante la necesidad de tomar decisiones complejas para las cosas más sencillas. La sumisión a los dictados publicitarios simplifica así la decisión que creemos nuestra y satisface nuestra necesidad de optar por “lo mejor” y de tener una identidad; la que nos aseguran en el anuncio que corresponde a quienes eligen el producto en cuestión. (klik egin-ver más)
Sixto Jiménez, en Ekoberri

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