martes, 7 de agosto de 2012

DOBLES VÍCTIMAS

Cuando acabe lo que tenemos entre manos, alguien debería hincarle el diente a lo de la Audiencia Nacional. Heredera del Tribunal de Orden Público de la dictadura (surgió, sin solución de continuidad, el mismo día en el que desaparecía el tristemente famoso TOP), por sus aceras y pasillos no hay semana que no circule algún vasco. Habrá quien lo haga por razones justificadas -no diré que no- pero a la obligatoriedad de acudir allí a declarar le precede toda clase de temores y malos augurios. No en vano, se entra por la puerta blindada por vaya usted a saber qué acusación y se sale (si es que se sale) empurado hasta las cachas por mor de alguna interpretación caprichosa de la ley, sospechas infundadas convertidas en norma o por la teoría del "todo es ETA" que tan buenos frutos y titulares dio al juez estrella Baltasar Garzón. El mismo hombre que ha sido elevado a los altares de la izquierda del imperio por la memoria histórica y por Pinochet (que vale, que muy bien), en su inconmensurable ego ha dejado como legado para la práctica jurídica que todo aquel que lo parece es sospechoso y, si no, colabora con las pistolas. Y aunque luego la cosa se quede en nada. Como ha ocurrido con las hermanas Bruño, empresarias oriotarras víctimas por partida doble por sufrir el mal llamado impuesto revolucionario (chantaje puro y duro) y por el susodicho juez que las encarceló por estar financiando a ETA. Surrealista. Parece que el Supremo ha decidido absolverlas (será por pura vergüenza) pero nadie les va a compensar por todo lo que han pasado. Vaya usted ahora a pedirle cuentas al rey. O mejor dicho, a Garzón.
A.Zugasti (en Noticias de Gipuzkoa)

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